miércoles, 8 de julio de 2009

LA INCERTIDUMBRE

A lo largo de la vida siempre hay dudas que pendientes de resolver te acompañan hasta el fin de tus días.Normalmente se quedan a vivir en un limbo imaginario, y así hubiera sucedido en mi caso si aquella mañana no me hubieran golpeado con dos flipantes noticias el mismo día: que me quedaban 3,como mucho 6,meses de vida y que mi tía Amelia había fallecido dejándome toda su fortuna.Desde ese momento se me metió en la cabeza dar respuesta a la pregunta que llevaba años martilleándome el alma: Yada,la única persona que había confesado amarme en toda mi existencia,¿me había querido de verdad?...Si hubiera sido así(como Yada afirmaba ahora)me habría equivocado mucho con ella,pues al no creerla no luché por su amor como debía...Si así fuera deseaba pasar lo que me queda de vida en su compañía y heredaría todo mi dinero.
Recordé,de repente,que en el instituto Yada,según el antiguo relato de Gina,una amiga común,llevaba un diario en el que anotaba todo lo que sentía y padecía...¡El diario era la clave!,la respuesta a mi gran pregunta.
Me puse en contacto con Gina para ver si podía ayudarme.Ella seguía siendo su amiga pero toda la vida había sido más amiga mía por lo que intentaría convencerla para que se hiciese con el diario.Además siempre era un placer volver a verla...
Mi amiga Gina se alegró mucho de saber de mí después de tanto tiempo y enseguida se ofreció para tomar un café,charlar de los viejos tiempos y ayudarme en lo que pudiese.
Tomando un capuccino me contó que la última vez que vió el diario de Yada fue en el instituto,hacía ya casi 20 años...Como resultado de un forcejeo entre las dos amigas había volado por los aires y había aterrizado detrás del enorme armario que contenía las taquillas y que estaba situado en el pasillo central del vetusto edificio.
Decidimos entrar en el instituto por la noche y conseguir poner fin a mi duda existencial leyendo aquellas notas...Sigilosamente nos colamos por aquella ventana de la planta baja que yo,esa misma tarde,había dejado aparentemente cerrada.El guarda,linterna en mano,deambulaba por el exterior en compañía de su fiel pastor alemán.Un oportuno aguacero primaveral hizo que volviesen sus pasos hacia el puesto de la entrada del recinto,lejos de nuestro objetivo:el armario de taquillas que ahora se erguía ante nosotros.
Apoyando sus pies en mis manos Gina consiguió acceder a la parte de arriba del armario,y estirando el brazo por la parte de atrás fué tanteando hasta tropezar con lo que parecía ser un libro que había quedado allí atascado;lo sacó victoriosa:¡era el deseado diario!.
Le ayudé a bajar con suavidad,...Cuando se deslizó por mis brazos hacia el suelo su carita se quedó a milímetros de la mía y pude comprobar que desde aquellos tiempos de instituto se había convertido en una mujer muy atractiva ,y tuve que reprimir las ganas de besarla...Siempre había habido química entre nosotros y de no haber estado con Yada probablemente lo hubiera intentado con ella.
Gina me rescató de mis pensamientos entregándome aquellas páginas presuntamente llenas de respuestas...Empecé a leer ,impaciente,y al poco rato comprobé con mis propios ojos que Yada nunca me había amado y que no podía entender como un tipo tan vulgar como yo podía despertar sentimientos tan fuertes en su amiga ¡Gina!...Volví mi mirada hacia sus ojos más feliz que asombrado;ella,que ya conocía la verdad,se acercó a mi y entonces sí ...no pude evitar besarla apasionadamente.
Hoy me encuentro en mi casa,dos años después,disfrutando mi fortuna al lado de Gina y con un amor consolidado día a día;y quiero terminar esta historia haciendoos partícipes de dos reflexiones: la primera es que no hay nada seguro salvo que nada es seguro (y eso va también por los médicos que,felizmente,se habían equivocado,y del todo,en mi diagnóstico) y la segunda reflexión ,y más importante,es que el amor es siempre la mejor respuesta...

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