jueves, 2 de julio de 2009

BICA MANTEIGADA

Una vez más,como era habitual,Joaquincito sobrepasaba el umbral de la vieja tienda de ultramarinos en su pequeño pueblo valdeorrés de O Bolo con la presunta intención de comprar un trocito de bica manteigada...No es que no le encantara aquel sabroso postre orensano,que sí que le encantaba,pero es que el verdadero objetivo de su visita era comtemplar a Pilita,la hija de la dueña,que a esas horas tempranas de la tarde siempre echaba una mano a su madre.

Aquellas casi diarias visitas a Pilita le estaban costando la línea a Joaquincito y estaba entrando de ese modo en una espiral de frustración,por su deseo inalcanzado,y de baja autoestima,al estar cada día más redondo.El tiempo iba pasando y no tan lentamente...,ni tan inocentemente...

Lucía un sol de justicia aquella tarde a la hora de la siesta,cuando Don Joaquín,engalanado con"para el"su mejor traje,cruzó por delante de la histórica torre del homenaje de O Bolo decidido a poner fin a una larga historia de temores e indecisiones y a declararse de una vez a la dependienta de sus desvarios.A sus 93 años y con 120 kilos encima;el tipo,que esa misma mañana se había despedido de su prostata,y tras más de seis décadas rondando a la morena,entró (eso si, justito)por la puerta de la hoy en día moderna tienda que ahora regentaba la hija de Pilita...Y en el mismo instante en que se ajustaba el nudo de su vetusta corbata añil se tropezó de bruces con una docena de vecinos que entre lágrimas acompañaba el cadaver de Doña Pili (Pilita)...

...Entre sorprendido,triste;y también,todo hay que decirlo,algo jodido,Don Joaquín (Joaquincito) fijó los ojos,emocionado, en la hija de su amada para dirigirse a ella dándole su sentido pésame;y,a continuación,mirando inquieto a los lados,susurrarle al oido:

-"Otra cosita,guapa,...ya que estoy aquí...¿Me pones media bica?...



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