Fué una irisada mañana otoñal cuando ella surgió -como una aparición- de entre la luz, montada en aquel moderno descapotable rojo fuego.Supe entonces, inmediatamente, que no podría cejar en mi empeño hasta conseguir poseer lo que desde ese instante se había convertido en mi gran anhelo, en mi objetivo vital...
A partir de ese mágico día soñaba todas las noches que recorríamos el mundo juntos, y que nadie ni nada, por fuerte o poderoso que fuera, podría romper esta relación tan especial...
Con la pasión en la "cejijuncia" exprimí mis esfuerzos para conseguir el teléfono de aquella rubia indómita...Por medio de conocidos comunes, y no sin el sacrificio de 3 semanas de una dedicación casi mística, conseguí establecer contacto con la teñida...
No fué hasta un mes después, y valiéndome de mi celebérrima "técnica de la diablura" (que consiste en ser tan encantador que nadie pueda resistirse ni aún siendo cura) que logré mi primera cita con la chavala...Dos semanas más tardes haciamos el amor "a veinte uñas" entre las raidas sábanas de satén azul del Hotel Majestic...A los 6 meses y medio de aquel primer contacto carnal nos casábamos, muy tontitos, en la Concatedral de San Rafaél de Lupén; yéndonos, a renglón seguido, de viaje de novios a Tegucigalpa...
...Pero no fué hasta 3 semanas después de regresar de Honduras, tras un divorcio exprés tan prematuro como premeditado, cuando alcancé (¡por fin!) mi objetivo vital, mi gran anhelo, ¡mi mayor deseo!: en el reparto de los bienes matrimoniales ¡¡¡me hice con el moderno descapotable rojo fuego de mis entretelas!!!...
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